Oscar Natalio Bonavena nació el 25 de septiembre de 1942 en el barrio de Boedo (Buenos Aires), robusto, rotundo –más de cuatro kilos de peso-, anunciando ya el poderío que iba a mostrar a lo largo de toda su vida. Fue el octavo hijo de los nueve que tuvieron Vicente Bonavena y Dominga Grillo, cabezas de una familia muy humilde que en ocasiones rozó la pobreza. “Una vez tiré de la cadena y se cayó el depósito, de puro podrido”, recordaría el púgil años después.
Fue un niño “callejero y peleador”, según sus propias palabras. Curiosos fueron sus primeros contactos con el mundo del boxeo, vía Carnaval, siendo todavía un chaval. La pobreza, en este caso, le pudo mostrar el camino: “Siempre me disfrazaban de boxeador porque era lo más barato; desnudo, con un pantaloncito y un par de guantes prestados por un vecino”. Siendo un adolescente su familia se trasladó de barrio, llegando a Parque Patricios, donde se convirtió en un incondicional del Club Atlético Huracán. Dejó pronto la escuela, en sexto grado, y realizó diversos trabajos para ganar algo de dinero: repartidor de pizzas, ayudante en una carnicería, picapedrero…
A los 16 años ya había decidido que su destino estaría en el ring; en 1959, con 17 recién cumplidos, se proclamó campeón amateur de Argentina. A principios de los 60 se inició como boxeador profesional y –tras una derrota en su primer combate- pronto cosechó los primeros éxitos, logrados con un estilo valiente y agresivo, voraz como una fiera. El mismo estilo agresivo, en definitiva, que le jugó una mala pasada en 1963, durante los Juegos Panamericanos, y que a punto estuvo de costarle su carrera profesional. Furioso por la paliza que le estaba propinando el norteamericano Lee Carr, le mordió el pecho en pleno combate.
Fue descalificado y duramente castigado por la Federación Argentina. “Pero yo no era tipo de rendirme –recordaría años después-, y me fui adonde estaban la guita y la gloria, a Estados Unidos”. Viajó casi con lo puesto, acompañado de su hermano José, con unos pocos dólares en el bolsillo y una carta de recomendación del representante Tino Porzio. Pronto destacó en Nueva York por su pegada y capacidad para asimilar golpes, puro coraje. Así fue como cautivó a todos los amantes del boxeo y como consiguió hacer fortuna en este duro deporte. En esta época ya se hacía llamar Ringo.
El 7 de diciembre de 1970 derribó a Cassius Clay en el noveno asalto en el Madison Square Garden, aunque perdió en el último asalto, cuando cayó en tres oportunidades y se decretó el nocaut automático. No logró ser campeón mundial; perdió ante Jimmy Ellis y fracasó ante Joe Frazier, quien le ganó dos combates. Ringo disputó 68 peleas con 58 triunfos, 9 derrotas y un empate.
El 22 de mayo de 1976 fue a "Mustang Ranch", el cabaret de Joe Conforte en Reno, quien había sido durante un período su manager. Murió en esa trágica noche. Willard Ross Brymer, custodio de Conforte, le disparó a Bonavena con un rifle. Ringo habría discutido con un hombre encargado de la seguridad del lugar,Joe Coletti, apodado Billy The Kidd, y aparentemente todo estaba premeditado y planeado por Joe Conforte, al enterarse de un supuesto romance del boxeador con su esposa, Sally Conforte, una mujer 26 años mayor que Ringo.
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